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Ya han pasado dos años desde que el ABT, American Ballet Theatre, cerrase sus puertas debido a la pandemia. Para su vuelta, y como gran apuesta de apertura, nos traen “Don Quixote”, un ballet en tres actos con música de Ludwig Minkus y coreografiado por Marius Petipa y Alexander Gorsky. La gala de apertura fue una noche llena de glamour, con looks como si de los Oscar se tratase, y sentimentalismos, como la despedida del director artístico Kevin McKenzie, que se retira esta temporada.
Este ballet es un viejo conocido no sólo por la compañía, sino por los asistentes y el teatro, una reliquia que ya se ha visto programada en varias ocasiones para el disfrute del público neoyorkino. Tal vez por esta razón, el American Ballet Theatre, ha apostado por esta propuesta, no teniendo que pensar mucho en nuevo repertorio y tratando así de contentar a esos sedientos asistentes que tanto tiempo llevan sin disfrutar de una noche de ballet en el MET. La temporada, que dará conclusión en Julio, continua con “Of Love and Rage”, “Swan Lake”, “Theme and Variations”, “Single Eye” (el único estreno programado) y “ZigZag”.
Este “Don Quixote” es un ballet narrativo, que aunque llevando el nombre del personaje de Cervantes, no sólo tiene poco que ver con el escrito del siglo de oro castellano, sino que el personaje central asiste como mero espectador a los números de baile durante toda la obra. Don Quijote y Sancho Panza adornan la historia pero que no la convierten en suya. Lejos quedan los gigantes, los viajes a lomos de Rocinante o el Toboso y todo se convierte en números de baile en los que Kitri y Basilio, o la bailaora Mercedes y el torero Espada se convierten en protagonistas. Dulcinea, que aparece de soslayo, también cobra vida a través de Kitri, una muchacha de Sevilla que Don Quijote confunde con su amada y a la que finalmente concede el beneplácito de casarse con Basilio, el joven del que ella está realmente enamorada.
Y aunque este ballet trata de ser “a la española”, la verdad es que es una miscelánea de cosas que podrían sonar a Don Quijote pero que no lo son. Los tres actos se desarrollan en Sevilla, donde goyescas, flamencas, toreros y gitanos se hacen compañía no siendo ni de la misma época, ni coincidiendo tampoco en franja histórica con las aventuras quijotianas. Con una puesta en escena que recuerda más al Caribe español que a la península y al que le acompaña una música muy bien compuesta pero que suena más a concierto de año nuevo que a zarzuela. A pesar de esto, es de agradecer que una obra que quiere homenajear nuestra cultura, pese a caer en algunos estereotipos, brinde asimismo toques alejados de los que estamos acostumbrados, con la utilización de las castañuelas a modo jota y con pasajes musicales que a veces quieren sonar incluso a compositores posteriores como Bretón o Albéniz.
Los bailarines, como no podía ser de otra manera tratándose del ABT, fueron excepcionales, destacando Catherine Hurlin, Hee Seo, Christine Shevchenko y Daniel Camargo. Eso sí, quizás la utilización de tres casting distintos, uno por acto, para los mismos personajes, fue demasiado para una obra de tan corta duración y que sólo se programa durante una semana.
Rebeca Blanco Prim es crítica de ópera y danza, además de trabajar en producción y marketing para varias compañías de danza, festivales musicales y otras organizaciones culturales. Es la actual directora de @operaypunto y ha escrito para Ópera Actual y Opera World.
Christine Shevchenko en Don Quixote. Foto: Rosalie O’Connor, cortesía American Ballet Theatre